miércoles, 21 de enero de 2015

A la Sombra de un Sauce

A la Sombra de un Sauce

Hace cosa de un año, no sé cómo ni porqué, hablé de poesía con mi padre de 90 años, para mi sorpresa él me declamó una hermosa poesía que se memorizó siendo él un joven de solo 20 años. Me explicó que se la aprendió cuando trabajaba en una cantina de Monterrey llamada “El Vencedor” ubicada en la calle Aramberri No. 108 (No se sorprendan que se acuerde de eso. Todos los ancianos pueden recordar con facilidad cosas de su juventud, pero no les pregunten de sucesos de ayer, porque los olvidan fácilmente)

Resulta que muy seguido iba a declamar un hombre que tenía admiradores por su inspiración y maestría en su palabra. (Todavía hasta los años sesentas era común que a las cantinas acudieran personas que se ganaban unas monedas declamando las poesías más populares de ese entonces) Pues bien, mi querido padre me relató que ese señor trabajaba como escribano en la puerta poniente del Mercado Juárez, (Hacía cartas en una vieja máquina de escribir) Al término de su jornada acostumbraba tomarse un par de copas y declamar parándose arriba de un barril de cerveza en la cantina. (Eran barriles de madera) y juntaba las monedas que le permitían pagar su consumo.

En una ocasión tomó varias copas y ya emocionado e inspirado después de declamar se   cayó estrepitosamente del barril  llevándose con él a un par de parroquianos que trataron de ayudarlo. Era un hombre corpulento de casi dos metros, que invariablemente después de declamar sus poesías daba las gracias diciendo “A sus órdenes Ramón M. Cavazos “El más chico de la familia” y luego hacia una profunda reverencia misma que lo llevó directo al suelo haciéndose un tremendo chichón en la frente. Pero pasados tres tequilas y dos cervezas después. A Ramoncito M. Cavazos  “El más chico de la familia” se le olvidó el chichón que ostentaba en la frente.

La poesía me gustó y como me entró la curiosidad por saber un poco más de ella, y de su pintoresco autor, acudí a la magia de Google y escribí en el buscador el comienzo de la poesia “A la sombra de un sauce ahora anciano” Y el infalible Google me dio sus resultados (Solo dos) y en primer lugar me encontré con un video en Youtube de la poesia “Fuiste Sublime” Declamada por Cristina Valentina, (www.youtube.com/watch?v=Yz_zBlBOAiQ) y efectivamente era la misma que me dijo mi padre, pero no encontré ningún dato del autor. Por cierto Cristina Valentina es de Monterrey.  Me encontré  también con un blog, de Andrei Gamboa S. que publicó la poesía, y para variar también es de Monterrey. (http://es.netlog.com/ALESSANDREI/blog)
Sin embargo, ni Cristina ni Alessandre publican el nombre del autor. Ella se encuentra en Facebook y me puse en contacto, se alegró mucho de saber la historia que me contó mí padre, y ahora, cuento con el privilegio de su cálida amistad. Comparto con ustedes esta poesía de Don Ramón M. Cavazos  “El más chico de la familia”

A la Sombra de un Sauce

A la sombra de un sauce
ahora anciano,
que otra vez escuchó nuestros ensueños
ven,
siéntate junto a mí y dame tu mano,
déjame besártela en la palma,
Tu sabes que mi embeleso
es entregarte en el calor de un beso
todo el amor con que palpita mi alma.

Comprendo que mi amor fue un paliativo
que aplicaste a la ausencia de otro,
pero fingir amor tan a lo vivo
como lo hiciste tú,
no tiene nombre.

Yo no sé,
no comprendo cómo hiciste
para fingir amor a todas horas;
si tanto fue el amor cuando fingiste;

¿Cómo será el amor cuando tu adores?
debe ser un amor incomprensible
debe ser lo sublime,
lo imposible.

Quizá rendida de pasión y loca
a otros hombres darás muchos,
muchos besos,
pero por muchos que les des son pocos,
junto a los muchos por mi boca impresos.

Sí que yo te bese tanto
que nunca a soñar te atreverías,
que con mi besos seque tu amargo llanto,
y te besaba más cuando reías;

Cuantas veces te bese dormida
y cuantas veces te bese despierta
si tu no lo recuerdas conmovida,
vives de fijo con el alma muerta.

Pero no, muerta no porque sentías,
muerta no, porque gozabas,
muerta no, porque ansiosa me besabas
y no debes tener alma si mentías.

Más que puedes alegar en tu defensa
cuando solo hay engaño en tu abandono,
le hiciste al corazón terrible ofensa
pero fingiste bien y te perdono.

Al perdonarte,
el corazón siente que te adora y te redime.

Hasta para fingir fuiste perfecta,
hasta para engañar fuiste sublime.

A sus órdenes Ramón M. Cavazos “El más chico de la familia” 


2 comentarios:

  1. Hola!
    Busqué y busqué este poema por más de 20 años, sólo recordaba ciertos párrafos. Estoy feliz de encontrarlo y así poder guardarlo.
    Hermoso, me conmueve hasta las lágrimas y que linda historia la que narras sobre tu padre y su autor. Lo leí en el año 1990 o 1991 en un espacio para el Día del Amor y Amistad en el periódico El Norte, en el cual las personas dejaban mensajes a sus enamorados, algunos en el anonimato. Muchísimas Gracias por compartirlo!!!

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  2. La tia de mi papá la declamaba de memoria a sus 90 y tantos hace ya unos 20 años o más y yo la busque mucho tiempo, afortunadamente la tenemos gravada en vhs ya que ella falleció ya hace mucho y pude trascribirla escuchandola muchas veces, es preciosa.

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