A la Sombra de un Sauce
Hace cosa de un año, no sé cómo
ni porqué, hablé de poesía con mi padre de 90 años, para mi sorpresa él me
declamó una hermosa poesía que se memorizó siendo él un
joven de solo 20 años. Me explicó que se la aprendió cuando trabajaba en una cantina
de Monterrey llamada “El Vencedor” ubicada en la calle Aramberri No. 108 (No se
sorprendan que se acuerde de eso. Todos los ancianos pueden recordar con
facilidad cosas de su juventud, pero no les pregunten de sucesos de ayer,
porque los olvidan fácilmente)
Resulta que muy seguido iba a
declamar un hombre que tenía admiradores por su inspiración y maestría en su
palabra. (Todavía hasta los años sesentas era común que a las cantinas acudieran
personas que se ganaban unas monedas declamando las poesías más populares de
ese entonces) Pues bien, mi querido padre me relató que ese señor trabajaba como escribano en la
puerta poniente del Mercado Juárez, (Hacía cartas en una vieja máquina de
escribir) Al término de su jornada
acostumbraba tomarse un par de copas y declamar parándose arriba de un barril de
cerveza en la cantina. (Eran barriles de madera) y juntaba las monedas que le permitían
pagar su consumo.
En una ocasión tomó varias
copas y ya emocionado e inspirado después de declamar se cayó
estrepitosamente del barril llevándose con
él a un par de parroquianos que trataron de ayudarlo. Era un hombre corpulento
de casi dos metros, que invariablemente después de declamar sus poesías daba las gracias diciendo “A sus órdenes Ramón M. Cavazos “El más chico de la
familia” y luego hacia una profunda reverencia misma que lo llevó directo al
suelo haciéndose un tremendo chichón en la frente. Pero pasados tres tequilas
y dos cervezas después. A Ramoncito M. Cavazos “El más chico de la familia” se le olvidó el
chichón que ostentaba en la frente.
La poesía me gustó y como me
entró la curiosidad por saber un poco más de ella, y de su pintoresco autor, acudí
a la magia de Google y escribí en el buscador el comienzo de la poesia “A la sombra
de un sauce ahora anciano” Y el infalible Google me dio sus resultados (Solo
dos) y en primer lugar me encontré con un video en Youtube de la poesia “Fuiste
Sublime” Declamada por Cristina Valentina, (www.youtube.com/watch?v=Yz_zBlBOAiQ)
y efectivamente era la misma que me dijo mi padre, pero no encontré ningún dato
del autor. Por cierto Cristina Valentina es de Monterrey. Me encontré también con un
blog, de Andrei Gamboa S. que publicó la poesía, y para variar también es de
Monterrey. (http://es.netlog.com/ALESSANDREI/blog)
Sin embargo, ni Cristina ni
Alessandre publican el nombre del autor. Ella se encuentra en Facebook y me
puse en contacto, se alegró mucho de saber la historia que me contó mí padre, y
ahora, cuento con el privilegio de su cálida amistad. Comparto con ustedes esta
poesía de Don Ramón M. Cavazos “El más
chico de la familia”
A la Sombra de un Sauce
A la sombra de un sauce
ahora anciano,
que otra vez escuchó nuestros
ensueños
ven,
siéntate junto a mí y dame tu
mano,
déjame besártela en la palma,
Tu sabes que mi embeleso
es entregarte en el calor de
un beso
todo el amor con que palpita
mi alma.
Comprendo que mi amor fue un
paliativo
que aplicaste a la ausencia
de otro,
pero fingir amor tan a lo
vivo
como lo hiciste tú,
no tiene nombre.
Yo no sé,
no comprendo cómo hiciste
para fingir amor a todas
horas;
si tanto fue el amor cuando
fingiste;
¿Cómo será el amor cuando tu
adores?
debe ser un amor
incomprensible
debe ser lo sublime,
lo imposible.
Quizá rendida de pasión y
loca
a otros hombres darás muchos,
muchos besos,
pero por muchos que les des
son pocos,
junto a los muchos por mi
boca impresos.
Sí que yo te bese tanto
que nunca a soñar te atreverías,
que con mi besos seque tu
amargo llanto,
y te besaba más cuando reías;
Cuantas veces te bese dormida
y cuantas veces te bese
despierta
si tu no lo recuerdas
conmovida,
vives de fijo con el alma
muerta.
Pero no, muerta no porque sentías,
muerta no, porque gozabas,
muerta no, porque ansiosa me
besabas
y no debes tener alma si mentías.
Más que puedes alegar en tu
defensa
cuando solo hay engaño en tu
abandono,
le hiciste al corazón
terrible ofensa
pero fingiste bien y te
perdono.
Al perdonarte,
el corazón siente que te
adora y te redime.
Hasta para fingir fuiste
perfecta,
hasta para engañar fuiste
sublime.
A sus órdenes Ramón M. Cavazos “El más chico de la familia”
Hola!
ResponderEliminarBusqué y busqué este poema por más de 20 años, sólo recordaba ciertos párrafos. Estoy feliz de encontrarlo y así poder guardarlo.
Hermoso, me conmueve hasta las lágrimas y que linda historia la que narras sobre tu padre y su autor. Lo leí en el año 1990 o 1991 en un espacio para el Día del Amor y Amistad en el periódico El Norte, en el cual las personas dejaban mensajes a sus enamorados, algunos en el anonimato. Muchísimas Gracias por compartirlo!!!
La tia de mi papá la declamaba de memoria a sus 90 y tantos hace ya unos 20 años o más y yo la busque mucho tiempo, afortunadamente la tenemos gravada en vhs ya que ella falleció ya hace mucho y pude trascribirla escuchandola muchas veces, es preciosa.
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