martes, 29 de septiembre de 2015

El Escudo De Armas Del Municipio De Culiacán, Los Códices Y Lorenzo Boturini

El Escudo De Armas Del Municipio De Culiacán,
Los Códices Y Lorenzo Boturini
Luis Antonio García Sepúlveda


El Escudo de Armas de Culiacán, hace una referencia simbólica de su historia, del clima de la región y de la labor de sus habitantes. Encontramos que en el campo del escudo cubierto de un color rojizo de tierra, resalta un jeroglífico que representa un cerro con una cabeza humana en la cima, muy inclinada hacia adelante. En su base tiene una abertura, misma que representa la caverna donde los aztecas encontraron a su Dios Huitzilopochtli, quien les ordenó (según la leyenda) iniciar un viaje hasta encontrar un lugar donde formarían un imperio.

El jeroglífico representa al Dios Coltzin, palabra náhuatl que significa el Dios torcido. El historiador Gutierre Tibon, relaciona este Dios con Huehueteotl (el viejo dios del fuego), cuya representación es la de un anciano encorvado. Algunos investigadores basados en el código Boturini, especulan que los aztecas, al llegar a Culiacán, encontraron en una caverna situada en un cerro, a un anciano de gran sabiduría, que les ordenó iniciar un viaje en busca de una tierra mejor. Los aztecas siguieron sus órdenes, e hicieron una silla para en hombros llevarlo con ellos, de ahí nacieron las palabras teocpali (asiento de Dios) y teomama (cargar a Dios). El pueblo azteca tenía la costumbre de divinizar a sus líderes, por lo que no es remoto, que al morir este anciano lo elevaran al rango de Dios. Además existe el antecedente de que en Colhuacán, antiguamente al río Humaya se le llamaba Oraba, que en lengua cahita significa el río del viejo".

Detrás del jeroglífico que representa a Coltzin, hacia la derecha aparecen simbolismos de agua que aluden a los ríos; en la parte centro y hacia la izquierda, aparece una cruz seguida por un camino donde se observan huellas de pies, las cuales conducen a una construcción símbolo de la labor de los misioneros, que de San Miguel de Culiacán, partieron hacia el norte, llevando con heroísmo su labor de predicación evangelizadora y cultural. Sobre la bordura de color carmín, se lee en su parte superior la palabra Culiacán y en su parte inferior la palabra Colhuacán, término náhuatl que algunos historiadores traducen como lugar de los que adoran al Dios Torcido".

En la parte superior del escudo, se sitúa un cerro con una semilla en germinación y sobre la misma la imagen de un sol en oro, que simboliza el clima tropical de la región, así como la labor de sus esforzados habitantes. El dos de agosto de 1960, siendo presidente municipal el señor Amado Estrada Rodríguez, se decretó escudo oficial del municipio de Culiacán Rosales, Sinaloa. El proyecto elaborado por el señor Rolando Arjona Amábilis

Los Códices
Los códices son tiras de papel de diversos tamaños; eran hechos de diferentes materiales: algunos de maguey, otros de cáñamo y la mayoría de la corteza del árbol llamado AMATE, del cual se cree que en Sinaloa abundaba este árbol; en el municipio de Culiacán está el rancho Amatàn Sindicatura de Sanalona. Antiguamente se llamaba AMATL, que en lengua náhuatl significa "LUGAR DONDE ABUNDAN LOS AMATES" (se ignora si en este lugar alguna vez llegaron a fabricar papel.


El códice Boturini
Es una tira de papel amate, de 5.44 Mts. De largo por 24 cms. de ancho, doblada originalmente en 22 partes desiguales; se le conoce también como "TIRA DE LA PEREGRINACION", que contiene el relato por medio de dibujos del éxodo que hicieron los aztecas, desde Aztlán hasta llegar al valle del Anáhuac. Dicha peregrinación, según diversos historiadores, especulan que duró entre 100 a 200 años. Al códice BOTURINI se le llama así, en honor del investigador italiano Lorenzo Boturini (1702-1755), quien llegó a la ciudad de México en el año de 1736, siendo recibido con mucho recelo de parte de las autoridades españolas, que veían en todo extranjero un espía. La historia de la aparición de la virgen de Guadalupe, fue un tema que obsesionó a Boturini, quien durante seis años se dedicó a investigar y coleccionar toda clase de testimonios que probaban la veracidad de la historia, recorriendo todas las bibliotecas y archivos diversos.

Fue en la biblioteca del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de los Jesuitas, que hizo el más extraordinario de los hallazgos: consistía en la colección formada, el siglo anterior por el cronista
Fernando de Alba Ixtlilxochit1 (1577-1648), descendiente de los reyes de Texcoco, que había pasado a manos de Carlos Sigüenza y Góngora (1645-1700) quien legó la colección al mencionado colegio, donde la descubrió Boturini, y quien sin grandes dificultades la pudo adquirir.

La colección estaba integrada por: La tira de la Peregrinación, el códice Xólotl, La tira de Tepechpan y el Tonalámatl. Otros documentos que añadió Boturini fueron la crónica de Tlaxcala escrita en náhuatl, y las crónicas de Hernando Alvarado Tezózomoc, y diversos manuscritos relacionados con el milagro del Tepeyac. El entonces virrey de la Nueva España, don Pedro Cebrián y Agustín, en 1742, se enteró de la labor de Boturini para lograr la coronación de la Virgen de Guadalupe, y se indigno porque éste solicitara apoyo económico. Lo envió a un juez, quien mandó confiscar todos los bienes y documentos del italiano, quien fue enviado a prisión, donde permaneció por nueve meses. Al salir, Boturini fue conminado a embarcar un navío de regreso a España.

Al llegar a España, Boturini se puso en contacto con el rey Felipe V, hombre culto que comprendió la labor del italiano y giró órdenes al virrey, para que se protegieran los bienes del italiano y se le
restituyeran. Boturini escribió una obra: "Idea Para Una Nueva Historia General De La América
Septentrional” con un catálogo final con el nombre de los documentos que había podido leer en la ciudad de México.

Este italiano, al igual que muchos extranjeros, se enamoró de la riqueza histórica de México,
la misma que la mayoría de los mexicanos desconocen o relegan al fondo de su memoria, como una materia más, que en la escuela los maestros les enseñaron. Al paso de los años, muchos códices fueron sacados de nuestra patria y actualmente se encuentran exhibiéndose o almacenados en museos de diferentes partes del mundo. La tira de la peregrinación, estuvo un tiempo en Londres, pero fue rescatada por el gobierno mexicano y actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Antropología e Historia, exhibiéndose una copia facsimilar en la Sala Azteca, para satisfacción de los miles de mexicanos y extranjeros amantes de nuestra rica herencia histórica.

BIBLIOGRAFIA
Herberto Sinagawa Montoya, “Sinaloa, Historia y Destino” Pág. 32 Editorial Cahíta.
- Francisco Javier Clavijero. Historia Antigua de México. Editorial Porrúa Hnos.
- Hans Lenz. El Papel Indígena Mexicano. Editorial SEP.
- Jesús Lazcano Ochoa. El Chicomoztoc de Huey Colhuacan.
- Tomás Doreste El Enigma de Aztlán. Editorial Planeta.
- Héctor R. Olea, Los Asentamientos Humanos en Sinaloa. Editorial UAS.

- Gutierre Tibón. Historia del Nombre y de la Fundación de México. Editorial FONDO de Cultura Económica.